lunes, 15 de octubre de 2012

CHEQUE A FECHA: JOAQUÍN BALLIVIAN (ATLETISMO)


El récord juvenil del lanzamiento de la bala era una de las marcas más antiguas que quedaban vigentes en Sudamérica. Hasta hace un mes, cuando el chileno José Joaquín Ballivian batió el registro que databa de 1984, con un envío de 19,66 metros. El joven, de 19 años, no se quedó en ese intento y desde entonces mejoró en varios centímetros sus propios logros, hasta llegar a 20,19, siempre con la bala de seis kilos. Sobre la seguidilla de récords, el propio deportista asegura que es la época del año. “Por alguna razón, empiezo a obtener buenos resultados en octubre o noviembre. ¿Será una cosa del clima? Me adapto fácilmente a estas condiciones, más que con frío”. El asunto le ha valido una repentina fama, que se fragua desde que era niño. El atleta de la UC, ex alumno del Monte Tabor, se paseó por varias disciplinas del atletismo, pero a los 13 años tuvo que hacer la elección: la bala sería su futura compañera. “Corría, saltaba... En nada era muy bueno. Fui probando hasta llegar a la bala. Gané mi primer Interescolar y eso me motivó”, recuerda. En ese colegio, su entrenador era Ian Mc Donnell, quien asegura que “primero quería correr los 100 metros, era rápido, pero después se dio cuenta de que había niños más veloces. Siguió lanzando la pelotita, con distancias increíbles. Trató con la jabalina, pero nunca pudo destacar. El era bien caprichoso, porque ocupaba un lanzamiento lineal que usaban poco los niños. Un poco descoordinado al principio, pero él era perseverante”. En uno de esos escolares lo vio el técnico Eduardo Sotomayor, quien lo llevó a la UC. Al coach no le sorprenden los resultados, pues asegura que “no hemos pensado en estos resultados actuales, sino que todo esto es parte del camino para llegar al alto rendimiento. Joaquín se metió en el ranking mundial y ahora queremos mantenernos entre los ocho primeros del mundo con los diferentes implementos”. (la bala sube de peso, según la categoría). Al poco tiempo empezó a representar a Chile en campeonatos internacionales, “donde me hice de mis mejores amigos. Mi círculo es de atletas”, comenta Ballivian. Allí ha compartido con Isidora Jiménez, Carlos Díaz, Viviana Olivares y muchos otros, “una generación Sub-20, Sub-23, que viene muy bien perfilada. Viene una década dorada para el atletismo chileno y los Odesur serán la prueba de fuego”. En San Carlos de Apoquindo, Ballivian ha coincidido con Marco Antonio Verni en los entrenamientos, quien analiza: “Con su estatura está abriendo un camino nuevo, porque no hay grandes lanzadores de menos de 1,80 metros. En ese sentido corre con una dificultad, pero tiene la ventaja de que es rápido y ágil. Pero pensar en su estatura es meterle cosas en la cabeza antes de tiempo, él aún es juvenil y el peak de un lanzador es a los 30 años”. Mc Donnell coincide con Verni. “Joaquín tiene dos grandes cualidades: una cabeza deportiva en estrés privilegiada, es decir, él rinde en exigencia, es casi un ruso en vez de un chileno. Y la otra es la velocidad del gesto técnico, es muy rápido. Todo lo que no tiene de estatura lo suple con trabajo y mucha velocidad”, asegura. Sus cercanos aseguran que si se lo propone, conseguirá lo que quiera. Sotomayor comenta que “él es muy autosuficiente, de gran concentración, lo que le permite un alto nivel de autoexigencia. No irse si no se logró el objetivo”. Mc Donnell lo ve así: “Es un joven como para ser coaching de liderazgo. Yo quiero, yo puedo. El da para mucho más que para el deporte”. “Si podrá llegar a 20 o 21 metros, el tiempo lo dirá, pero está avanzando bien en su progresión. Si bien la bala de juveniles ha cambiado, Joaquín también tiene el récord sudamericano con la de siete kilos, eso valida aun más la buena marca”, sostiene Verni. Ballivian decidió que será deportista: “Conversé con la familia, porque solo no se llega a ninguna parte”. Y al alto rendimiento suma sus estudios de ingeniería comercial en la Universidad de Chile, “que me ayuda mucho, con menos carga académica”. Sobre la compatibilidad de estudios y deporte, tiene una visión particular: “No creo que haya que dedicarse en un ciento por ciento al alto rendimiento, hay que estudiar. A mí me sirve para distraerme y me da una carrera, que es importante. Hay que ser ordenado, no más”. Su coach, Eduardo Sotomayor, va más allá: “La Universidad de Chile lo ayuda también con una rebaja en el arancel. Porque todo sus logros son fruto del esfuerzo personal. Se tiene que pagar las zapatillas, la ayuda ergogénica, se ha comprado sus pesas. Hoy, todo lo que él recibe de Preproddar lo destina a su entrenamiento. Nosotros no hemos exigido nada, no tenemos ningún apoyo, sólo de la UC, que me permite trabajar ahí y tener una buena implementación”. El tener las condiciones para entrenar ha sido esencial para que el deportista se quedara en Chile. Sotomayor confiesa que “yo entrené a Max Alonso, que se tuvo que ir a Estados Unidos, por no tener la oportunidad. El aceptó; a Joaquín se le acercaron varias universidades cuando fue a un Panamericano Junior a Estados Unidos, pero él no quiso”.

POR: Diego Hermosilla/La Tercera
FOTO: Raúl Lorca/La Tercera

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