sábado, 27 de abril de 2013

LAMA CAMPEÓN: EL TRIUNFO, LA EMOCIÓN, LA ALEGRÍA


Llegué al Club Palestino diez minutos antes.
Ambiente familiar, niños jugando, cinco a diez personas esperando pacientemente en las tribunas del court central. De fondo se oye una canción del grupo Journey: Don't stop believing. Entonces pienso si este es realmente el escenario y no me habré equivocado de club. Cualquier persona no entendida podría pasar por el costado y ni siquiera pensar que en diez minutos más se jugaría uno de los partidos más importantes de la novel carrera de Gonzalo Andrés Lama Feliu, uno de los más promisorios tenistas nacionales.
De pronto una mirada me devuelve a la realidad. Es Wilson Leite, el ignoto brasileño que sueña con amagar el sueño de Lama. Pasa absolutamente desapercibido, de no ser por su bolso (de respetables dimensiones), podría haber sido confundido con alguno de los sesenta y cuatro jugadores que a la misma hora disputaban la qualy del Futuro Chile 3.
Tuvieron que pasar dos minutos para que llegara el que era la estrella, el llamado a hacer historia, el que todos apoyaban. El que todos esperaban.
Ahí recordé el ATP de Viña y las filas interminables que se armaban para, tal vez, ver a un metro a Rafael Nadal. Los niños (y los no tan niños), pidiéndole autógrafos, gritando "Rafa, Rafa". Chile es un país fanático del tenis, debió pensar el mallorquin.
Pero esa no es la realidad. La realidad es la siguiente: Gonzalo Lama, 20 años, tal vez uno de los que mejor juega en Chile, camina por el pasto del Club Palestino hasta entrar, a paso lento, al court.
Nadie le pide autógrafos. Ni fotos. Ni gritan. Tibios aplausos lo reciben, de las cerca de 30 personas que ya éramos. Pasa un rato y el court se comienza a llenar de gente, en su mayoría socios del Club.
¿Llenar? Nunca. En ningún momento se llegó a la mitad de la capacidad de las tribunas. No es Rafael Nadal, pienso.
Y entonces (y esto es verdad, juro que ocurrió), un niño de no más de cinco años le dice a su padre "Es el Rafa, es el Rafa"
- No es el Rafa -corrigió inmediatamente el padre- es Gonzalo.
Se oye la voz de la umpire, señalando que quedan dos minutos para comenzar.
Y dos minutos después comienza el partido, aunque, la verdad, Lama demoró bastante en comenzar su propio match.
Leite se puso 4-0 muy rápido en el primer set, casi no le dio respiro a Lama, que parecía un fantasma sobre la arcilla del Club Palestino. Fallaba pelotas fáciles, no tomaba buenas decisiones y el saque no le entraba.
La ilusión del primer titulo se comenzaba de desvanecer.
Y entonces comenzó a remontar, aleonado por las casi 200 personas que ya habían en las tribunas. Llegó a ponerse 5 iguales, con el servicio y con la opción de llevarse el game.
Pero falló. Y volvió a fallar. Y volvió a fallar. Quiebre.
Leite se llevó el set 7 a 5. El brasileño, enojado por lo "copero" del público, no dudaba en apretar su puño mirando a la gente, cada vez que ganaba un punto importante. Se burlaba.
El segundo set se pasó muy lento. Lama no aprovechaba sus oportunidades y se desquitaba con la raqueta. Leite, en cambio, gozaba con la impotencia del chileno, que no encontraba respuestas.
5-7, 2-4 y servicio en contra. El panorama se veía negro.
La ilusión del primer título se comenzaba a desvanecer, por segunda vez.
Hasta que por fin, casi como una iluminación, llegó el ansiado quiebre. Nos sacamos un peso de encima. Yo, Lama y las otras 200 personas que veían el partido a esa hora.
Ahí el partido cambió, Lama cambió. Cada punto lo gritaba con el alma y la gente gozaba. Empero, no pudo volver a romperle el servicio al brasileño y llegaron al tiebreak. Casi de inmediato, Lama se encontraba perdiendo 0-3.
Ganó un punto, pero el siguiente lo volvió a perder. 1-4 y Leite con sus dos servicios. La mesa estaba servida para la celebración ajena.
La ilusión del primer título se comenzaba a desvanecer, por tercera vez.
6-4 llegó a estar Leite en el tiebreak. Doble punto de campeonato, diría la televisión.
Primero, un revés paralelo notable. Después, un derecho invertido "con saltito", fulminante, superlativo.
Llegó a tener otro punto de campeonato más Leite, pero Lama ya sabía lo que era estar en esa situación. Con garra y temple ganó el tiebreak, desatando la euforia en las tribunas.
El tercer set fue un trámite. Un Leite ido, abrumado por las oportunidades perdidas en el set anterior, no tuvo nada que hacer frente al juego sólido y potente del crédito nacional.
Leite tuvo opción para una última patriada, cuando se puso 0-40 en el game en el que Lama servía por el campeonato. Fue una ilusión pasajera.
Gonzalo Lama consigue su primer título, se tira al piso, se tapa la cara, cruza la red para darle la mano a Leite, celebra, muestra la bandera de Palestina, le cantan "Cumpleaños Feliz", le entregan el trofeo, le agradece a la gente, que no se mueve un centímetro hasta que termina la ceremonia de premiación.
Y cuando se va, ahí sí le piden fotos. Autógrafos. Lo felicitan, le gritan. Su tenis, sus huevos, son, indudablemente, dignos de un futuro top 100, pienso de vuelta a mi casa.
Tal vez el niño de cinco años sí tenía razón. Tal vez sí es el Rafa.
O casi.

POR: Cristóbal Karle, desde el Club Palestino
FOTO: Agencia Uno

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